TRAUMA TRAMA
Autor: Javier Monsalve
os dos hermanos de Fabio sumergieron su cara dentro de un recipiente lleno de ácido. El público aplaudió por más de 20 minutos.
En las noches, la señora entraba a su habitación para comprobar que
todavía estuviera vivo. Se despertaba con el chillido de la puerta y con el
ruido de los pasos bruscos sobre la madera, encendía la lámpara y quitaba la
cobija que lo cubría.
Uno de los hermanos de Fabio, sacó su cara del ácido, miró al público y dijo: ¡Ha sido ácido! La cacofonía sólo causó unas cuantas risas en los espectadores, este hermano nunca había sido bueno para la comedia. El otro hermano también dirigió su mirada al público, prefería el silencio, él era disléxico, afortunadamente también era bizco, así que todo andaba en orden. Fabio sentado en una silla de madera, porque curiosamente todo estaba hecho de madera, se dispuso a contar su historia.
La tristeza se me convirtió en un vicio cruel y doloroso, pero ese dolor
era necesario para mí, tenía que experimentarlo para ser feliz. Comprendí que
la única manera de acabar con esto que me atormentaba era el suicidio, por eso
decidí esa noche caminar por la calle oscura y húmeda que conduce al edificio
en donde están los pararrayos, estaba dispuesto a subir hasta el último piso y
lanzarme al vacío lleno de desespero. ¿Que quién tenía el desespero? Yo, el
vacío estaba vacío. Fue ahí donde caí en cuenta de que el vacío estaba en mí, y
de repente creí en Dios, o con d minúscula, pero creí. Miré hacia el cielo, mentira,
en realidad miré hacia los pararrayos y me cagué del susto, pero miré hacia
arriba como hacen los santos y pedí a mi gran Señor que me enviara una señal,
que me ayudara a encontrar el sentido de la vida. En ese mismo instante un
pajarito bajó desde el cielo y se posó sobre mi hombro derecho, aquel pajarito
se dirigió a mi oído y me susurró el sentido de la vida. Yo no lo podía creer,
estaba realmente anonadado. !Pero mierda, ahora quién me va a creer que el
sentido de la vida me lo contó un pajarito!
Aplicó la técnica de los juglares, ni un sólo texto intervino en su
historia, todo fue prendido de memoria.
El público estalló a carcajadas y la ovación no se hizo esperar. La
señora se encontraba muy preocupada por los hermanos de Fabio, decidió pararse
e irse, no soportaba más la incomodidad.
Llovía muy fuerte, el piso estaba resbaloso y la ciudad fría, La señora
llevaba una gran sombrilla y un traje elegante, caminaba hacia el edificio de
los pararrayos pues cerca estaba su casa. Empezó a tronar y a relampaguear cada
vez con más intensidad, se iluminaba el techo con destellos y los trapos
estaban húmedos. La señora trató de mantener el equilibrio que sus tacones
impidieron y resbaló. Su cráneo golpeó la madera y ésta abrió una grieta por la
que brotaba gran cantidad de sangre, su pelo se tiñó de rojo y ahora se veía
mucho más joven.
Los espectadores estaban sorprendidos con lo sucedido, no se explicaban
de qué forma habían hecho tal efecto, la sangre parecía muy real.
La piel de la cara de los hermanos empezó a caer por tajos, los pedazos
carmesí oscuro combinaban estéticamente con el amarillo de la madera, el
hermano con la cara más destrozada era el foco de atención. Ambos eran poco
modestos, hacían muecas para atraer a los espectadores pues sus caras en ácido
habían pasado a un segundo plano.
Uno de los hermanos empezó a presumir su humildad, "yo soy la
persona más humilde en el mundo" decía. Su cuerpo estaba erguido, su
cadera hacia adelante y su mentón hacia arriba, "El existencialismo es la
corriente con más probabilidades de electrocutarme" repetía para sí mismo
y en voz alta. Realmente era un fracaso, pero los espectadores estaban a punto
de observar los huesos que le conformaban la cara, se encontraban en un estado
de curiosidad intensa lo cual mantenía la tensión.
La intervención del disléxico con media cara deformada fue de sólo un balbuceo
que le generó ternura al público.
Los hermanos no eran fenómenos, sólo hombres que buscaban la manera de
sobrevivir, y era matándose lentamente y deformando su cuerpo la mejor
alternativa, La señora también era empírica, no sabía de técnicas pero era conocedora
de aberrantes formas de entretener.
El público aplaudía cada vez que sucedía alguna acción, esa era la
marcación de su acto, pero los espectadores no, su humor era más fino, más
elocuente, no tan vulgar y grotesco, aún así asistieron.
Era de noche y Fabio estaba ya en su casa con sus hermanos, ambos tenían
empapada su cara de crema para evitar infecciones futuras, la señora los
acompañó a cada uno a sus habitaciones y ellos sumisos se acostaron en sus
camas e inmediatamente el menor se quedó dormido, estaba muy cansado del
agotador día. El otro hermano empezó a temblar, su cuerpo manifestaba una
crisis nerviosa, no podía dormir. La señora entró a su habitación varias veces
para comprobar que todavía estuviera vivo. Se despertaba con el chillido de la
puerta y con el ruido de los pasos bruscos sobre la madera, encendía la lámpara
y quitaba la cobija que le cubría.
Los espectadores ocultaban sus risas bajo las palmas de sus manos, el
público debía llorar en ese momento.
No pertenezco a ningún tiempo ni espacio, ambos son la catarsis, vivo en
el éxtasis, en el clímax de la nada. Palabras sabias escritas por el dramaturgo
para un personaje tan débil como el del hermano disléxico. Los
espectadores por primera vez aplaudían con tanto entusiasmo, resultaba
increíble lo que el dramaturgo podía hacer con sólo una línea de diálogo, línea
reflexiva y sin sentido que resumió en ovación el performance.
Al finalizar, los actores se pusieron de pie ante el público que
aplaudió hasta que las palmas de sus manos se pusieran coloradas, y al mismo
tiempo los espectadores aplaudieron a los actores y al público también actor.
Los tres hermanos y la señora aplaudieron a los espectadores dirigiendo su
mirada al público.
Fabio es un excelente lector, un mal escritor y un pésimo hablador, lo
último se debe quizás a sus labios que parecen leporinos, pero que en verdad
están deformes. No fue culpa de la naturaleza, fue gracias al ácido. Fabio
padece también de una extraño suceso psicológico, todo lo que lee se le olvida.
No es amnesia ni nada neurológico, es negación a recordar. Fabio soy yo, bueno
en verdad eres tu. Bueno, la verdad es que yo soy tu alterego o tal vez tú seas
el mío, en fin, soy el lado realista de ti, el que prefiere las cosas claras y
no usa el método obsesivo de lo fantástico para recrear mitomanías e imágenes
de la infancia inexistentes, fui yo quien escribió la obra y fuiste tú
quien la interpretó. Tal vez sientas que ya leíste esto antes, pero en verdad
es la primera vez que lo lees, siempre es la primera vez. Aquí es donde te
confundes y empiezas a investigar dentro de ti, pero sabes perfectamente quien
eres. Recuerda estúpido! sólo olvidas lo que lees, desde pequeño te pasaba. Tus
hermanos los más divertidos de la familia arruinaron tu cara, era una broma
dijeron, pero corrieron y gritaron cuando vieron mis cejas carcomidas y tu
nariz casi en fosas. Los dos hermanos de Fabio sumergieron su cara dentro de un
recipiente lleno de ácido. Sé que lo recuerdas pero te lo hago saber porque así
yo me desahogo y te confieso a ti lo mucho que los odio. Ellos dos perfectos,
viajando por todo el mundo con su cara rellena de piel, con un buen trabajo,
esposa, hijos y recordando lo que leen.
Fui muy malo para la comedia, pero mis hermanos demasiado buenos, cuando
llegué al comedor mis tíos rieron y mi madre aplaudió, mi cara les pareció un
acto realmente cómico. Punto a favor para mis hermanos.
Y tu, frente al espejo con la cara deforme, sin poder salir de tu
habitación para no aguantar las risitas del público, imaginándote todos los
días las caras de tus hermanos llena de ácido, inventando mil historias como la
que acabas de leer, pensando en que algún día pudiste ser un gran actor pero
que tu belleza es demasiado fenomenal, de fenómeno.
Deja este texto sobre la mesa de noche, la de madera, como te puedas dar
cuenta, todo es de madera aquí. A veces te trato como alguien con problemas mentales y psicológicos,
olvido que tu único déficit es olvidar lo que lees, pero quiero que te sientas
como yo me siento cada vez que ese tal Fabio habla de mi, refiriéndote a ti.
Pero a mí no me cuestiones ni me creas, soy un total mitómano.
Ahora que sabes la verdad, la puedes olvidar. Yo ya lo hice.
PD: Ahora que la confusión ha llegado a su punto extremo que casi que te
excita, no intentes suicidarte, la Señora todas las noches entra a tu habitación
para comprobar que estás vivo. Mañana debes ir al teatro, Fabio y tu otro
hermano te esperan.
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