Vistas de página en total

miércoles, 8 de mayo de 2013



TRAUMA TRAMA
Autor: Javier Monsalve





os dos hermanos de Fabio sumergieron su cara dentro de un recipiente lleno de ácido. El público aplaudió por más de 20 minutos.
En las noches, la señora entraba a su habitación para comprobar que todavía estuviera vivo. Se despertaba con el chillido de la puerta y con el ruido de los pasos bruscos sobre la madera, encendía la lámpara y quitaba la cobija que lo cubría.



Uno de los hermanos de Fabio, sacó su cara del ácido, miró al público y dijo: ¡Ha sido ácido! La cacofonía sólo causó unas cuantas risas en los espectadores, este hermano nunca había sido bueno para la comedia. El otro hermano también dirigió su mirada al público, prefería el silencio, él era disléxico, afortunadamente también era bizco, así que todo andaba en orden. Fabio sentado en una silla de madera, porque curiosamente todo estaba hecho de madera, se dispuso a contar su historia.


La tristeza se me convirtió en un vicio cruel y doloroso, pero ese dolor era necesario para mí, tenía que experimentarlo para ser feliz. Comprendí que la única manera de acabar con esto que me atormentaba era el suicidio, por eso decidí esa noche caminar por la calle oscura y húmeda que conduce al edificio en donde están los pararrayos, estaba dispuesto a subir hasta el último piso y lanzarme al vacío lleno de desespero. ¿Que quién tenía el desespero? Yo, el vacío estaba vacío. Fue ahí donde caí en cuenta de que el vacío estaba en mí, y de repente creí en Dios, o con d minúscula, pero creí. Miré hacia el cielo, mentira, en realidad miré hacia los pararrayos y me cagué del susto, pero miré hacia arriba como hacen los santos y pedí a mi gran Señor que me enviara una señal, que me ayudara a encontrar el sentido de la vida. En ese mismo instante un pajarito bajó desde el cielo y se posó sobre mi hombro derecho, aquel pajarito se dirigió a mi oído y me susurró el sentido de la vida. Yo no lo podía creer, estaba realmente anonadado. !Pero mierda, ahora quién me va a creer que el sentido de la vida me lo contó un pajarito!
Aplicó la técnica de los juglares, ni un sólo texto intervino en su historia, todo fue prendido de memoria.

El público estalló a carcajadas y la ovación no se hizo esperar. La señora se encontraba muy preocupada por los hermanos de Fabio, decidió pararse e irse, no soportaba más la incomodidad.

Llovía muy fuerte, el piso estaba resbaloso y la ciudad fría, La señora llevaba una gran sombrilla y un traje elegante, caminaba hacia el edificio de los pararrayos pues cerca estaba su casa. Empezó a tronar y a relampaguear cada vez con más intensidad, se iluminaba el techo con destellos y los trapos estaban húmedos. La señora trató de mantener el equilibrio que sus tacones impidieron y resbaló. Su cráneo golpeó la madera y ésta abrió una grieta por la que brotaba gran cantidad de sangre, su pelo se tiñó de rojo y ahora se veía mucho más joven.
Los espectadores estaban sorprendidos con lo sucedido, no se explicaban de qué forma habían hecho tal efecto, la sangre parecía muy real.

La piel de la cara de los hermanos empezó a caer por tajos, los pedazos carmesí oscuro combinaban estéticamente con el amarillo de la madera, el hermano con la cara más destrozada era el foco de atención. Ambos eran poco modestos, hacían muecas para atraer a los espectadores pues sus caras en ácido habían pasado a un segundo plano.

Uno de los hermanos empezó a presumir su humildad, "yo soy la persona más humilde en el mundo" decía. Su cuerpo estaba erguido, su cadera hacia adelante y su mentón hacia arriba, "El existencialismo es la corriente con más probabilidades de electrocutarme" repetía para sí mismo y en voz alta. Realmente era un fracaso, pero los espectadores estaban a punto de observar los huesos que le conformaban la cara, se encontraban en un estado de curiosidad intensa lo cual mantenía la tensión.

La intervención del disléxico con media cara deformada fue de sólo un balbuceo que le generó ternura al público. 

Los hermanos no eran fenómenos, sólo hombres que buscaban la manera de sobrevivir, y era matándose lentamente y deformando su cuerpo la mejor alternativa, La señora también era empírica, no sabía de técnicas pero era conocedora de aberrantes formas de entretener.

El público aplaudía cada vez que sucedía alguna acción, esa era la marcación de su acto, pero los espectadores no, su humor era más fino, más elocuente, no tan vulgar y grotesco, aún así asistieron.
Era de noche y Fabio estaba ya en su casa con sus hermanos, ambos tenían empapada su cara de crema para evitar infecciones futuras, la señora los acompañó a cada uno a sus habitaciones y ellos sumisos se acostaron en sus camas e inmediatamente el menor se quedó dormido, estaba muy cansado del agotador día. El otro hermano empezó a temblar, su cuerpo manifestaba una crisis nerviosa, no podía dormir. La señora entró a su habitación varias veces para comprobar que todavía estuviera vivo. Se despertaba con el chillido de la puerta y con el ruido de los pasos bruscos sobre la madera, encendía la lámpara y quitaba la cobija que le cubría.

Los espectadores ocultaban sus risas bajo las palmas de sus manos, el público debía llorar en ese momento.

No pertenezco a ningún tiempo ni espacio, ambos son la catarsis, vivo en el éxtasis, en el clímax de la nada. Palabras sabias escritas por el dramaturgo para un personaje tan débil como el del hermano disléxico.  Los espectadores por primera vez aplaudían con tanto entusiasmo, resultaba increíble lo que el dramaturgo podía hacer con sólo una línea de diálogo, línea reflexiva y sin sentido que resumió en ovación el performance.
Al finalizar, los actores se pusieron de pie ante el público que aplaudió hasta que las palmas de sus manos se pusieran coloradas, y al mismo tiempo los espectadores aplaudieron a los actores y al público también actor. Los tres hermanos y la señora aplaudieron a los espectadores dirigiendo su mirada al público.

Fabio es un excelente lector, un mal escritor y un pésimo hablador, lo último se debe quizás a sus labios que parecen leporinos, pero que en verdad están deformes. No fue culpa de la naturaleza, fue gracias al ácido. Fabio padece también de una extraño suceso psicológico, todo lo que lee se le olvida. No es amnesia ni nada neurológico, es negación a recordar. Fabio soy yo, bueno en verdad eres tu. Bueno, la verdad es que yo soy tu alterego o tal vez tú seas el mío, en fin, soy el lado realista de ti, el que prefiere las cosas claras y no usa el método obsesivo de lo fantástico para recrear mitomanías e imágenes de la infancia inexistentes,  fui yo quien escribió la obra y fuiste tú quien la interpretó. Tal vez sientas que ya leíste esto antes, pero en verdad es la primera vez que lo lees, siempre es la primera vez. Aquí es donde te confundes y empiezas a investigar dentro de ti, pero sabes perfectamente quien eres. Recuerda estúpido! sólo olvidas lo que lees, desde pequeño te pasaba. Tus hermanos los más divertidos de la familia arruinaron tu cara, era una broma dijeron, pero corrieron y gritaron cuando vieron mis cejas carcomidas y tu nariz casi en fosas. Los dos hermanos de Fabio sumergieron su cara dentro de un recipiente lleno de ácido. Sé que lo recuerdas pero te lo hago saber porque así yo me desahogo y te confieso a ti lo mucho que los odio. Ellos dos perfectos, viajando por todo el mundo con su cara rellena de piel, con un buen trabajo, esposa, hijos y recordando lo que leen.

Fui muy malo para la comedia, pero mis hermanos demasiado buenos, cuando llegué al comedor mis tíos rieron y mi madre aplaudió, mi cara les pareció un acto realmente cómico. Punto a favor para mis hermanos.

Y tu, frente al espejo con la cara deforme, sin poder salir de tu habitación para no aguantar las risitas del público, imaginándote todos los días las caras de tus hermanos llena de ácido, inventando mil historias como la que acabas de leer, pensando en que algún día pudiste ser un gran actor pero que tu belleza es demasiado fenomenal, de fenómeno.

Deja este texto sobre la mesa de noche, la de madera, como te puedas dar cuenta, todo es de madera aquí. A veces te trato como alguien con problemas mentales y psicológicos, olvido que tu único déficit es olvidar lo que lees, pero quiero que te sientas como yo me siento cada vez que ese tal Fabio habla de mi, refiriéndote a ti. Pero a mí no me cuestiones ni me creas, soy un total mitómano.

Ahora que sabes la verdad, la puedes olvidar. Yo ya lo hice.
PD: Ahora que la confusión ha llegado a su punto extremo que casi que te excita, no intentes suicidarte, la Señora todas las noches entra a tu habitación para comprobar que estás vivo. Mañana debes ir al teatro, Fabio y tu otro hermano te esperan.











  

No hay comentarios:

Publicar un comentario